Los huevos que comes tienen ácido
octadecadienoico. Los plátanos,
E-306 (tocoferol). Los arándanos, hexanal,
alfa-terpinaol, benzaldehído y hasta etil-3-metilbutanoato.
¿Vas a morir pronto
por intoxicarte con estos malignos compuestos?
Por desgracia para tus enemigos,
no. Todos esos ingredientes de nombres rarunos, y muchísimos otros más, no son
aditivos o conservantes añadidos a tan cotidianos alimentos, sino que están
presentes en ejemplares 100% naturales de los mismos. Son parte de ellos,
porque las frutas y los huevos son química. De hecho, todo lo que comemos y lo
que somos, venga de donde venga, es química.
Ésta es la idea no por obvia menos provocadora
que James Kennedy, un profesor británico de dicha disciplina residente en
Melbourne (Australia), quería transmitir a sus alumnos de química orgánica.
Para lograrlo, se le ocurrió la idea de crear unos pósters que describieran
todos los ingredientes de alimentos tan inocentes como un plátano o un kiwi.
Investigó sus componentes en estudios nutricionales; sus colores y conservantes
naturales, en viejos manuales de botánica, y sus sabores, en análisis
espectroscópicos de los aromas. Con toda la información, elaboró unos listados
de elementos que ni las Panteras Rosas y los Cheetos juntos, los puso debajo de
las fotos de los alimentos "totalmente naturales" y colgó las
imágenes en su blog a finales de diciembre.
Kennedy cree que, injustamente, muchas personas asocian química con "pesticidas, venenos, drogas o explosivos". ¿Pero pueden ser realmente efectivos sus pósters en la lucha contra la quimiofobia? "Depende", asegura Mauricio-José Schwarz, divulgador científico y colaborador de la revista Naukas. "Los que ya han decidido que 'lo químico' es malo sin saber qué es lo químico están más allá de la razón. Cuando publicamos los carteles, alguno dijo que demostraban 'toda la química horrible que le añaden a los alimentos naturales, que de otro modo no tendrían números E y esas cosas'. Vamos, es inútil. Pero sí puede servir para que muchas personas, en especial los jóvenes, tengan elementos para dudar de las afirmaciones más delirantes de los quimiofóbicos e interesarse por la química como una ciencia apasionante. Me recuerda el impacto de la petición para prohibir el dihidróxido de oxígeno que firmaron muchísimas personas sin darse cuenta de que esa sustancia era... el agua".
Quizá los pósters de Kennedy sirvan para luchar contra el miedo irracional
a la química. También ayudaría entender nuestras cocinas como pequeños laboratorios
donde practicamos esta disciplina sin ser muy conscientes de ello. "Hay
divulgadores de la química que usan la cocina para demostrar distintos
procesos, desde la simple disolución de azúcar en agua hasta la acción de
catalizadores (como las levaduras) y diversas reacciones", señala Schwarz.
"En la cocina enfrentamos grandes preguntas como por qué no se puede
desfreír un huevo o por qué nos resulta más fácil digerir la comida cocinada
que cruda, que nos hablan de química y hasta de la evolución de nuestra
especie. La cocina es una de las actividades que nos acerca más a la química
cotidianamente, y nos recuerda que todo el universo está hecho de sustancias
químicas y energía... y nada más. Lo único que hay 'sin químicos' es el vacío
absoluto".
No hay comentarios:
Publicar un comentario